El sol
vestido de anaranjado
Se postra
de rodillas
Sobre tapices
de hojas
Que como
alas volaron
Posándose
cuidadosas
Los árboles
se desnudaron
Agitando
su cabellera dorada
Sacudiendo
sus plumajes
Mientras
que en los naranjos
Sus frutos
son amarillos
Y son
senderos sin sombras
Y manzanos
rojos como bocas
Sobre la
vid cuelgan pieles de uvas jugosas
De colores
verde y moro
convirtiéndose en vino añejo
Bajo los
pies del otoño y sobre la raíz de los árboles
Cual diminutos
sombreros, crecen risueños señores
Semejantes
a hadas misteriosas
La piña
ya coronada como la reina de otoño
Sonríe
pícaramente a la mora ruborizada.
Es el
otoño que llega con su tristeza y nostalgia
Regalándonos
su misterio
Despojado
de ropajes, con senderos tapizados
Y amores
de cabellos plateados
Cubriendo
las grietas del alma.