Hoy
recojo las burbujas del olvido
Que
se asoman sobre cada piedra del camino
Y
en el olvido aparece la risa
De
esos años vividos.
Era
el camino arisco y polvoriento
Enramada
de flores en primavera
Fronda
de árboles ansiosos
Cuyas
hojas volaban como pájaros
Arremolinando
sus alas polvorosas.
Buenos
días doña Tere
Buenas
tardes don Raúl ¿cómo le
ha ido?
¿Ya
parió la vaca su ternero?
Si
mi niña ¡y qué ternero!
Ya
la entrada a la Hacienda esta oculta
Con
una reja que protege de vecinos
Ya
las casas se perdieron entre el ladrillo
Que
encarcela la visión
Y
de la fresca ramada solariega
Solo
queda una casa inmensa.
Hoy
la tierra árida de sufrir se estremece
Y
mira con compasión sus nuevos dueños
Que
asfaltan la entrada
Cercenando
la sombra que producían
Las
ceibas donde colgaban las melenas
Solo
queda de ese ayer, una gran piedra
Que
envejece encorvada y mira
Recogiendo
los misterios del camino
Sigilosa
los guarda en sus entrañas
Y
se los cuenta a la luna, al caminante
Al
único buey que aró la tierra
Y
que hoy llora su destino.
Ese
camino reconoce los pasos
De
aquellos que regresan
Y
las piedras sonríen
Cuando
alguno recrea aquel momento
Del
hombre sin cabeza, que montado en su caballo
Hacía
correr a los antiguos habitantes
Por
ese largo camino, lleno de espantos.