Llega la noche, con sus aullidos
el de un perro observando la luna
el de un alma vagando solitaria
buscando el desconcierto
de una oscuridad tenebrosa.
De pronto, lagartijas, corriendo errantes
con su eterno chasquido misterioso,
un zancudo, si un zancudo a mansalva
aterriza sobre un cuerpo,
¡estamos en guerra!, exclama
y son helicópteros cargados,
de aguijones diminutos, que perforan.
Una mancha, negra como la noche misma
un tintero, una pluma
y muchas letras,
un escenario que muestra
el cansancio de un poeta,
con su cabeza, recostada en una mesa
y un humo que sale y grita
apaga el cigarro, que se incendian
las ideas.
(Imagen de la web)