jueves, 11 de abril de 2013

¿CUAL FUTURO?




Mirada de gacela confundida, se arropa con la noche sobre colchón de cemento, su rostro lo dispersa el color del hambre ¿Y su sonrisa? Mustia flor; su cuerpo raído  herido, crepúsculo rasgado con vientos de tormenta y fieros rayos, deambula por los espacios de asfalto, cargado de nostalgia y tristeza.
Le hace compañía el “ frasco de pegante” que mitiga el hambre y cuando esta asoma, el frasco también asoma debajo de su camiseta centenaria, exhala lentamente ese olor que embrutece,  cura las heridas y mitiga las horas que descienden, despistando al estómago. Con el desayuna, almuerza, cena y duerme.
Y cuando llega la noche, su colchón el primer cartón que encuentra cuando recicla, lo tiende sobre el frío y duro lecho, enciende la calefacción que lleva siempre tras de él, un perro galgo que cierto día encontró en su camino, convirtiéndose en su mejor amigo, es quien le sirve de colcha, apretuja el frío formando un lugar un poco caliente, este es su espacio, su casa, cargado de recuerdos se enreda en el sueño, de su boca salen balbuceos llamando a su madre y sueña con mantas calientes, castillos y leche.
El sol ajeno lo despierta, un nuevo día aparece, pero su pena diaria también se recrudece, delante de él pasan cientos de personas con libros, maletines, ejecutivos perfumados, damas muy bien trajeadas,  que de tanto transitar por el mismo sector, ya no notan su presencia, ha desaparecido para la sociedad, solo el perro ladra, pero sus ladridos no se escuchan, se fueron como se fue su alma cargada de sueños, en carruaje de oro, hacia otra estrella  en donde quizás  haya justicia.

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