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La única verdadera ley, es aquella que conduce
A la libertad.
Richard Bach.
Cuando se lee la obra de José Saramago “Ensayo sobre la
lucidez” o “Canto a la libertad” se siente que vale la pena vivir, que la
LIBERTAD es real, es tangible, que está viva, que solo basta no tenerle miedo
para que ella emerja, ya que LA LIBERTAD “lleva a los ciudadanos anónimos a dar muestras de una
gran altura moral”.
Un día de elecciones en una ciudad cualquiera, el 85% de
sus habitantes deciden salir a votar sin excepción alguna en blanco y se
inicia, desde ese mismo instante la trama de esta fabulosa novela, que nos
conduce a darnos cuenta que tenemos algo muy valioso, un valor LA LIBERTAD.
Cuando los habitantes de esa ciudad deciden ejercer su
libertad, cae sobre ellos la persecución más sucia y despiadada; espiados,
sometidos a la prueba del polígrafo,
aislados, abandonados por las autoridades quienes ordenan contra ellos
actos de terrorismo y como siempre, cuando los dirigentes incapaces de ver que
el mundo está cambiando, que los ciudadanos lo único que han hecho es ejecutar
un acto de valor moral, violando todos los Derechos Humanos, califican el hecho
como un complot. Pero ¿qué se puede esperar de los Sistemas políticos, que
están convencidos que los ciudadanos son borregos incapaces de ejercitar su
libertad? Queda claro que cuando esta se ejerce, todos los parámetros de
opresión caen, para dar paso a un hombre autodeterminado por su propia
conciencia moral, libre de factores externos de dominación.
¿Pero qué es la LIBERTAD? “Es un valor social fundamental, en
virtud del cual, las personas tienen el
poder de auto liberarse de toda fuerza exterior, determinando en consecuencia
el ámbito de ejercicio de su propia acción”.
El ciudadano en esta libertad elige,” la libertad es un
derecho de la esencia del hombre, en la escala de valores, solo es superado por
el derecho a la vida”.
La libertad es un valor y un Derecho Fundamental, es por la
libertad que las personas se autodeterminan, escogen su propio plan de vida de
acuerdo a su necesidad y modo de vivir, sin que esta elección afecte el derecho
de los demás, por ella se ejercita la “libertad de conciencia”, deliberando
sobre la moralidad de sus conceptos, criterios, acciones u omisiones que determina a actuar de acuerdo a los mismos,
es decir el hombre juzga moralmente
dentro de ciertos límites sus actos y actúa de acuerdo a este criterio,
también por ella se opone “OBJECIÓN DE CONCIENCIA” frente a determinados mandatos legales, que
de acuerdo a su libertad , irían en contra de su ordenamiento moral. Por este
valor se tiene derecho a la “libertad de opinión y de pensamiento”, a escoger
profesión u oficio, libertad para elegir, para ejercitar el derecho al voto.
Es también por LA LIBERTAD que en un momento dado, cuando las
necesidades así lo exijan se puede ejercitar la Desobediencia Civil, La Resistencia
Pacífica y todas las demás garantías extrajurídicas para defender los Derechos
Humanos, cuando las garantías institucionales fallan.
En la novela de Saramago la libertad se ejercitó a través del
voto en blanco, en los Indígenas del Cauca, con una marcha con visos de
Resistencia Pacífica, cansados del olvido a que han sido sometidos por los
diferentes Gobiernos del país, por meterlos en una guerra que Ellos no quieren,
porque se niegan a aceptar el ALCA, el
FMI, el TLC, el autoritarismo, el Estado
Comunitario, por todas estas razones marcharon, ejercieron su libertad, de
autodeterminación, de locomoción, de querer que los dejen vivir en paz, que no
los maten, que les respeten su cultura, sus raíces.
Son muchos los actos que se pueden realizar, como valuarte de
la libertad, lo hizo Henry David
Thoreau, Martín Luther King, León Tolstoy, Gandhi a través de la
Desobediencia Civil, Nelson Mandela con la Resistencia Pacífica, es el poder de
las masas avasalladas que ejercitan su libertad como recurso último para acabar
con las cadenas opresivas del “poder desnudo” como lo llamaba Einstein en la
época del Macartismo en EEUU.
Cuando se deja de lado el miedo a la libertad y se toma la
decisión de ejercitarla con plena conciencia de hombre moral, se asume también
el precio que se debe pagar por ella, contenido en el epílogo de la novela de
José Saramago, pero ni aún este desenvolvimiento, le quita a los
ciudadanos la entereza ni la
satisfacción de ejercerla.
María Victoria Martínez Martínez.