Cabalgar sobre el lomo de tu inmensidad Atlántico,
en ese inconmensurable azul marino,
que se mezcla con tu corazón azul oscuro,
es como navegar sobre el azul celeste de tus
murallas infranqueables o
sobre tu bóveda
colmada de figuras de algodón unidas formando figuras,
mientras mi
alma se arrulla mirando la quietud de tus brazos, murmullo
de olas blancas,
cortas, tenues, donde el tiempo se hace brisa y tiempo
para soñar.
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