Éramos
en total 3.500 personas los del Arca de Noé moderno, incluyendo a su
tripulación los cuales son en su mayoría asiáticos y algunos de otros países
del mundo, multitud de nacionalidades, facciones, colores, lenguas, una Torre de Babel completa; cuando el barco
no arriba a alguna isla, nos deleitan con una variedad de espectáculos, pero
hay una noche muy especial y es el homenaje que ofrece el capitán del barco a
sus 2.700 viajeros, por esto en el equipaje no puede faltar el respectivo traje
de luces y las alhajas, en fin hay que lucir muy bien, el capitán quiere
fotografiarse con cada grupo familiar , me imagino reviviendo el cuento de la
cenicienta, con un príncipe de verdad, un semidiós, pero ¡qué va!, esa noche
descubro que me he subido de peso y que a mi lado está uno de los Botero, pero
vestido de capitán, todo su séquito le hace la acorte y los honores, no
caminan, vuelan, para ellos es un honor que este señor salga de su escondite
para tomarse la dichosa fotografía, para mí, otro de los egos que viaja en este
barco
Creo que el honor debe ser para él, porque le he permitido
fotografiarse a mi lado; al fondo de la foto una escalera que semeja la del Transatlántico
El Titanic, o el señor se cree capitán de ese barco o nos quiere hace creer a
todos que somos esplendorosamente
millonarios.
Roto
el encanto corro a quitarme el disfraz, un vestido color fucsia, que casi no me
lo puedo subir y eso que apenas llevamos dos días a bordo.
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