De pie, junto al portal de la casa
Herrumbre y polvo el paso del tiempo,
El silencio lo marcan las huellas
Que ha dejado el viento
Arremolinando las hojas.
Sus paredes derruidas
Por las batallas libradas
Su cerrojo, lágrimas del pasado
Que no han cesado de llorar
Cuando sus pies dejaron el alma en ruinas
y su espíritu emprendió el viaje.
Y fueron constelaciones
Los senderos recorridos,
Quedando marcados
En el reloj detenido,
En el momento justo
Cuando sus alas se abrieron,
Extendiéndose al infinito
De esa tarde esplendorosa,
que escuchó su último latido.
Adiós dijeron sus ojos, que al mirarme
Marcaron el inicio de su partida.
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