Soy
una niña de siete años, mi piel hace juego con el color de las paredes y el
piso de mi casa, soy más clara que el chocolate espeso, pero mi madre dice que
mi alma es blanca como la espuma del mar, como los copos de algodón que asoman
en el cielo, cuando me acuesto en la playa a formar figuras en el cielo.
En
las tardes cuando juego aparecen mil juguetes, conchitas de mar son mis canoas
y un caracol es mi teléfono, tengo una finca que construí con muchos animales,
mis caballos yo fabrico con los plátanos
verdes, aquellos que mamá compra y
prepara el patacón pisao; con las cáscaras del huevo, mi jardín florece todos
los días, el mar baña mis pies y me quita los zapatos de modelos diferentes,
cuando mis pies se hunden en la playa y la arena me los cubre, dándole
infinidad de formas.
Mi
playa es oscura, en la arena hay mucha basura, trozos de madera aparecen los
cuales los recojo y los coloco en montoncitos, para calentar el cuartito de mi
muñeca Jecundina, la del vestido morado que me coció mi mamá, haciéndole el
pelo ensortijado, igualitico al mío, mi mamá me dice : “hijita dale gracias al
cielo por tener tu pelito quieto, te podes librar de los piojos, que se suben a
la cabeza, con tu pelo ensortijado y pegadito al pellejo, de seguro que estos
bichos, no pueden andar en ella.
A
las cinco me levanto a moler las arepas, mientras que mamita prende fuego en la
hornilla de leña, cuando el fuego se agranda, mis ojos se encandelillan y
sueltan lágrimas, mis vestidos huelen a humo, mis cuadernos a “pescao” y en mis
uñas papá me dice que podría sembrar cocotales.
Mamita
dame un beso y échame la bendición, que me voy para la escuela a cultivar mi
imaginación, ya sé que con la A yo puedo escribir amor y con la B el beso de mi
abuelo Jeremias, con la M mamá y con la P papá, “pescao” y patacón “pisao”, con
la O escribo olas y también con la M escribo mar; también me han enseñado que
Dios está en todas partes, pero no entiendo por qué Yo no lo veo, que ante la
pobreza debo tener resignación, y que el agua de panela alimenta más que la
lecha blanca y que si mi rancho se cae, debo dar gracias a Dios, sabes mamá que
eso me suena raro? Pero así lo dice la maestra.
Lo
que más me gusta de la escuela es el regreso a mi casa y las piruetas que hago
sobre la arena fresca, construyo castillos con reyes, reinas y pajes y con la
tiza de la escuela juego a que soy muy blanca y luego cuando el mar me baña, pienso que estoy quemada por
el sol que me cobija.
Ve
mamá, dónde están mis ollitas rojas, verdes y amarillas, que está empezando a
llover y Yo te quiero recoger, toda el agua del aguacero, para tener que beber,
también te voy a coger varios rayos y centellas, para alumbrar nuestro cuarto y
no gastar tanta vela.