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A ti
te llamo, braza ardiente
Que
quema mis entrañas
Y
carboniza
Mi
piel de huellas
Mis
caminos se abren en senderos
Y
buscan tu ceiba amanecida
De
sombras y movimientos
Mojadas
por la lluvia
Tus
raíces se pierden en el pensamiento
Gravedad
que te adhiere
A mi
piel nívea
No
pudiéndo escapar de este, tu sueño
Ámame,
siembra de trigo
Que
amanece sobre el suspiro del sol
Tiéndeme
sobre tu pecho de sembrados
Y
recoge la mies de mis besos.
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