Tus aguas redimen mi piel de seda, cantos de sirenas
liberan mi alma, buscando la serenidad de la marea baja, en un plenilunio de
verano.
Tus atardeceres sueñan silencios de brisa marina y la
palabra se alumbra con el potente faro, señalando el camino de regreso.
Allí, en ese espacio, la vida se comunica conmigo misma,
extasiándome con sueños inexistentes, queriendo volcar las aguas del mar, en
las cuencas de mis manos, que cocinan mutismos de estrellas, caminos de espera.
Tú eres el vientre que contiene la esperanza, eres el
origen de la vida, como un poema tendido sobre la arena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario