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En
el cielo lacerado de su alma
Resbaló
cual manantial
Cascadas
de lágrimas
Que ahondaron
sus orillas
Limpiando
el cauce de la espera
¿Fue
demasiado tarde?
No…
Del
rostro surcado de pliegues
Arroyos
sublimes brotaron
Mojando
sus labios
Áridos
como desierto
Floreciendo
nuevamente la risa.
Sus
cabellos brillaron
Sobre
la llama flameante de sus ojos
Desencadenando
La
alegría de tiempos idos
En
el canto sublime de la alondra.
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