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El silencio
entra
Y se cuelga de los cuadros sin alma
De las espermas estáticas,
De las ventanas cerradas
Y de las cornisas de sus ojos.
Ojos que fueron fuego
Fulgurante refugio de mis días
Y hoy se pierden en un profundo silencio,
Que guardan herrumbre en sus palabras.
Ya no palpitan sus pupilas,
Solo el sol por entre las cortinas
Calienta y acompaña la fría mañana,
Que avanza en un silencio sepulcral.
A lo lejos el viento sopla
Y enarbola la palabra que calla
Es un espacio denso que duele
Entre el silencio de lo que no se dijo
Y el silencio de sus ojos, esos ojos
Cuyo brillo se apagó en un instante,
Cuando el silencio rodeó su espacio
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