¡Qué faena!, pero ¡qué faena la
del día de hoy!, por poco nos alcanzan, pero ¡qué va! logramos despistarlos,
esos pobres cazadores de iguanas, no cuentan con la habilidades nuestras, menos
mal que encontramos este sitio, aquí podremos recibir el sol, hay abundante
vegetación, flores y plantas deliciosas, creo Pablo que debemos descansar un
poco más antes de meternos al agua, noooo, ni de riesgos, ¿tú crees que mi susana
va a esperar más tiempo? No, está en celo y Yo muy dispuesto, cansado o no continuaré
mi camino, espera, no te adelantes a los acontecimientos por favor, no debemos
perder el norte, acuérdate que es ella quien elige, además tu bien sabes que
siempre nos ha tirado” los perros a los tres”, pues si ¿no? , pero probemos
suerte, aunque viéndolo bien y con este cansancio que llevamos encima, será
mejor descansar un poco, para luego continuar hacia la cita con nuestro
destino.
Amanece, ellos continúan
durmiendo profundamente, extenuados, casi que sosteniéndose entre ellos,
comienzan a despertarse, miran para todos los lados, se sorprenden de todo el
tiempo que durmieron, poco a poco se estiran, sacuden sus cuerpos, ya han
pasado más de siete horas, desde cuando lograron evadir al cazador de iguanas
que por poco los convierte en zapatos, bolsos o correas o en un suculento almuerzo,
pero escaparon, presurosos inician el viaje, Susana los espera, cuando llegan
al lugar de la cita, su amiga dormita plácidamente en brazos de simón la iguana
más experimentada del grupo, solo atinan a mirarse y sobre una piedra grande
lloran abrazados.
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