Esas
casas de mirar furtivo
Donde
florecen las penas y alegrías
Tienen
el sello de la vida.
Casas
de puertas entre abiertas
Con
sus pórticos de historia cargados
Son
un canto a la esperanza.
Algunas
con su espíritu abacial
sus paredes se conservan las miasmas
De cerillas y veladoras encendidas,
Y
se escuchan los ruidos
de las herraduras y del tabor.
Hogar
colmado de flores
de espíritus y chirrido de puertas
Refugio
de los mayores,
Ventanas
abiertas al viento
Que
recogen y guardan
los secretos en baúles antiguos,
Celosamente
custodiados
en el ático de la casa.
Música
que sale de una vitrola ,
el piano que revienta tonadas
El
canto de mirlas en sus corredores
Y
un pozo de agua en el interior del patio,
espacio
solariego que invita al recuerdo
entre
el ruido del crujir de la madera,
y
esas velas que se prenden y se apagan
al
soplo de un abuelo
que
exhaló su último suspiro,
Quedando
detenido,
en los rincones de esa casa.
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