Un silbido
y el eterno silencio
abre sus párpados.
Confundido
escucha el viento
que descansa
entre las cordilleras.
Y los árboles aplauden
y las palmeras abanican
trayendo a la ventana
la sonrisa del canto del jilguero,
el arrullo del riachuelo
y el llanto de la vida
del que acaba de nacer.
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