Cierta
noche, en ese profundo silencio que se produce entre 2:00 y 3:00 de la mañana,
escuchó música, charlas interminables, llanto de recién nacidos, aullidos,
movimiento de faldas largas; presa del pánico se apoderó de su cuerpo un frío
sepulcral, con los ojos desorbitados y sus oídos escuchando infinidad de
ruidos, se quedó muy quieta, sintió pasos sobre la yerba mojada, no obstante su
miedo, se sentó en la cama y poniendo mucha atención pudo escuchar de
dónde provenían los ruidos y ¡oh Sorpresa!, estos salían de un mueble que hay
en la sala de su casa, más precisamente de un stand que tiene puertas de
vidrio, ¿Qué raro? Pensó y venciendo el miedo, se levantó y sigilosamente se
fue acercando al sitio, pausada y con el oído muy afinado se dio cuenta que no
eran ruidos, escuchaba conversaciones, risas, aplausos, de pronto oye una voz que
dice: y la Universidad… no alcanzo a escuchar el nombre,… le otorga el título
de…., pero el ruido de copas con su chin chin, opacaba la presentación,
entonces se quedó quieta y con asombro escuchó la voz de su amigo “Chaolín”, cuando
comentaba que Pacho Erasmo fue visitado
por los “grises”, luego se acercó más y sintió un viento fresco, el movimiento
de muchas personas y esta palabra Kailaiiiiiiiiiiiiii,¡ qué extraño! Exclamó y
de inmediato se preguntó ¿será que estoy enloqueciendo?, muy sorprendida avanzó,
se detuvo de nuevo recordando en ese momento que justo en ese mueble tenía
guardado los álbumes de familia, los recuerdos y encuentros con los amigos,
toda una serie de fotografías dispuestas por fechas, las cuales le traían
gratos recuerdos, presa de excitación abrió la puerta y escuchó cuando alguien
le dice… siga niña, siga… con su voz de megáfono, sí, era la vos de su amigo
Hamit quien en una época tuvo almacén de calzado y esta era la manera de atraer
a los posibles compradores, dispuesta a saber exactamente qué era lo que
pasaba, descubrió que en ese espacio pequeños de no menos de 30 por 40
centímetros, todas las fotos se habían salido de los álbumes y los queridos
personajes estaban reviviendo gratas historias, y como en un deja’vu, sentados,
comían, tomaban vino, brindaban, había mucha alegría, estaban celebrando todos
parte de esos momentos alegres que en algún momento los unieron, cuando en
épocas pasadas, sin tapabocas, guantes y miedo al contagio, se reunían a
celebrar hasta el vuelo de una mosca, la conclusión que Ana sacó fue que estaban aburridos, cansados de permanecer en
aquellos álbumes sin que nadie los tuvieran en cuenta.
Después
de esta vivencia, relata que los álbumes ocuparon un lugar importante en su
vida y cada vez que llega alguien a su casa, con orgullo revive cada historia y
doy fe que jamás volvieron salirse de los mismos, ahora son las pinturas de los
cuadros las que de vez en cuando salen de paseo.
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