“No puedo sustraerme a estos recuerdos, e
instintivamente brotan sin cesar”
Esas casas viejas
que destilan recuerdos
y en sus paredes se
graban
sucesos vestidos de
nostalgia.
sus puertas emiten
sonidos peculiares
y sus ventanas, ojos
cerrados,
que se guardan lo
vivido
recorren los pasillos
tropezando con las
sombras,
y paredes que se
diluyen
con las gotas de
lágrimas,
que emergen de tejados
desvencijados
rompiendo la quietud y
la congoja.
Esas casas viejas
son el desahucio de la
vida,
es un portal sin tu
sonrisa
una postal sin
destinatario,
un poema que llora en
silencio
una novela que nunca se
escribió,
se asemeja a calles sin
salida
son circunstancias que
aparecen
y socavan el alma.
Esas casas abren la
compuerta a los recuerdos
una mesa larga, bien
servida,
el tintinear de las
copas
que se envuelven en un
brindis por la abuela
con su olor a albahaca.
es un tinto que cuenta
historias
o un té a las cuatro,
con panecillos de la tía,
o la hora de las 7,
cuando llegan las ficciones
contadas por el abuelo,
que sonríe,
recordando las cadenas
que arrastra
el espanto de la
alcoba.
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