“La chinche hedionda, es un insecto la cual despide un
olor muy fuerte cuando se le molesta, llega a ser una plaga pues daña las
plantas de los jardines y las cosechas, surge entonces un diálogo moral entre
ella, madre calentando sus huevos y Yo”, la cuidadora de las plantas.
Descubrí su esencia de madre
cuando en el jardín dialogaba
con la caléndula y la albahaca
y admiraba la cuna de moisés,
mientras que ella se aferraba
a una hoja protegiendo sus huevos
que pronto despertarían.
Y sus ojos suplicaron
que permitiera quedarse,
hasta que eclosionaran
y pudieran salir airosos,
buscando de que alimentarse.
Recordé que era invierno
hacía frío y la “chinche hedionda”,
buscaba abrigo, en las verdes hojas
¡Ah! Difícil decisión la mía
la que tenía que asumir,
o la dejaba en mi jardín
exponiendo a todas las plantas,
o la entregaba a su suerte
o a su destino ya escrito.
Me dije es una plaga
y luchando conmigo misma,
pues me dolía, si me dolió
al rato de estar cavilando,
sobre su ciclo de vida
tomé la determinación,
corté la hoja del tallo
la transporté con cuidado
y sobre la mullida hierba,
la deposité con sus crías
sobre la orilla del río,
alejada de mi jardín
no fui capaz de matarla.
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