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Caminé
sobre los sueños, que enlazaron mis sentimientos, cuando la vida apenas se
asomaba, dejé que mi imaginación volara sobre nubes de terciopelo y caminos
estelares, mientras la tía cosía vestidos multicolores.
Cuando
llegaba la hora de la costura, yo apuntaba los siete años y pedaleaba mi
imaginación, y la tía Ana pedaleaba su
máquina de coser , era solo mirarnos y que Ella me dijera, por donde iba mi
relato, para que de inmediato, el pájaro azul entrara por la ventana, trayendo
en su pico un nuevo cuento encantado, que si la mariposa convertida en sorpresa
o si el caballo volaba, llevando en sus alas al viento, o si caía la lluvia,
que convertida en chocolate, bañaba la casa donde reposaban los gnomos con los
que yo jugaba.
Así
entre cuentos, historias, sueños, juegos e imaginación, el lápiz se me fue
colgando al cuello, haciéndome escribir todo lo que por mi mente pasaba y
cuando el papel se acababa, de mi boca salían letras, retrasando mi llegada del
colegio a la casa; no era raro verme parada en cada esquina del trayecto y que
mis compañeras, se quedaran escuchando mis historias, agachándose cuando en el
desenlace, el ave FU FUS , pasaba volando bajito, llevándose entre sus garras,
a la niña que no estudiaba.
Cuando
me cambiaron de colegio, me encontré con una gran biblioteca, esos libros se
abrían ante mis ojos, revelándome secretos, sus letras se salían de estos,
narrándome mil y una leyenda, era inútil negarme ante este manjar, y cambié
todo por la lectura semanal de dos libros, era tal la atracción que tenía por
la lectura, que mis ojos se convirtieron en libros, viajando sobre mares,
luchando contra molinos de viento o convirtiéndome en un Robin Hood, siempre en
aras de cambiar el mundo y volverlo más
justo.
Me
leí todos los clásicos, el derecho me entró a través de Montesquieu, la
República de Platón , Aristóteles y la poesía, que ya había aparecido en mi vida, a través de los poemas de Pablo
Neruda … Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde
lejos, y mi voz no te toca, parece que los ojos se te hubieran volado y parece
que un beso te cerrara la boca”… no obstante, la firme convicción de mi gusto
por la poesía, la cual se radicó con firmeza en mi corazón, se dio, cuando un
amigo me dedicó …”Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas, el que cuaja
los trigos, el que tuerce las algas, hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua”…pero fue la voz pausada y llena de
conocimiento, de mi profesor de Introducción al derecho Francisco Javier Tafur
González, quien también se dedicaba a escribir poemas, y aún continúa haciéndolo,
quien sin saberlo, marcó de manera irremediable, no solo mi carrera de Abogada,
sino también mi camino por las letras y la poesía.
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