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De esos momentos de vestido
totalmente de negro, mantilla sobre la cabeza, ojos hinchados por el llanto,
personas que se lanzaban sobre el ataúd para no dejar ir al difunto, para luego
salir del entierro a repartirse lo que había dejado el mismo (claro, que esto
aún se observa en algunas familias), se ha pasado a una conciencia de la
muerte, menos rigurosa , con más aceptación, como una realidad ineludible o
como una partida en donde se deja el cuerpo y se integra al cosmos como
energía, cada persona con una manera de ver la muerte y asumirla de acuerdo a
sus creencias.
En los velorios actuales hay que
conciliar con todas las creencias religiosas existentes, por ello se debe estar
preparado para que en un solo evento confluyan esta diversidad de filosofías,
es así que el Católico orará y estará presente con su atuendo, el Mormón de
acuerdo a sus creencias, el Musulmán hará lo propio y así sucesivamente, lo
esencial es conciliar con esta multiplicidad de maneras de concebir la vida;
cada persona vive la partida de acuerdo a su religiosidad o creencia que tenga y
no por ello es peor o mejor, solo es diferente, lo importante es el respeto.
Esto lo pude vivir en el entierro
de la mami…
En la velación de mamá, toda la
familia y los amigos nos acompañaron con sus diferentes credos, razones,
sentimientos, porque ¿qué mejor que un velorio para hacer vida social? Así lo miré Yo, es un día de regocijo para
los parientes que hace tiempo no se ven, es el espacio perfecto para ponerse al
día, aquí hay una perfecta comunión del almas, vienen los recuerdos, las
anécdotas, los reencuentros; lo único complicado fue cuando llegó la hora de
orar por la difunta, ahí si fue Troya, pues se presentó lo ya descrito, si era
Católico y además Mariano, rezaba el rosario, mientras que el cristiano se retiraba
del salón a fumarse un cigarrillo o a saborear un delicioso tinto cargado de
agua, que es el café ofrecido en las Salas de velación, luego venía el
Cristiano de iglesia de “ garaje “, afortunadamente no era pastor, porque si
no, ese acompañamiento les hubiera salido caro por aquello del diezmo, los
menos problemáticos fueron los ateos, estos estaban en lo que estaban, no
pidieron orar, no sacaron rosario, no leyeron letanías en fin, fueron momentos
de reconciliación.
No faltaron los chistes de los
primos como… ¿has visto lo mal que se encuentra fulana?, no creo que dure mucho
tiempo, ¡caramba! Se hubiera adelantado su partida, a lo mejor habría salido
más económico, dos por uno, como en toda promoción que se respete,
discretamente todos los que estábamos cerca sonreímos, algunos se salieron para
gozarse el chiste, en fin, fueron momentos que nos disiparon de la comedia
humana de la muerte.
Llegó el momento en que no
sabíamos qué hacer, se ¿rezaba? ¿Se oraba? ¿Se atendía la visita? Fue
complicado, afortunadamente llegó una familiar con una voz preciosa quien iba a
cantar la misa al día siguiente, pero se le ocurrió la fantástica idea de
regalarnos unas cuantas canciones, me preguntó de manera seria y acontecida si
quería que le cantara a Mercedes, abrí mis ojos y vi que era el momento
perfecto para dejar de lado esa sensación de no sé qué hacer y le dije ¡claro!
, canta, es como cuando uno exclama ¡música maestro! Sabía que esto disiparía
por algunos momentos esa tensión de no saber qué hacer, cuando comenzó todos se
miraban, parece que esto no es muy acostumbrado en los velorios, pero creo y de
acuerdo con mi manera de ver la muerte, fue lo mejor que pudo ocurrir, ya nadie
se salió de la sala, todos tomaron silla y se congregaron, fue una gran
despedida, solo estaba su cuerpo, su energía se estaba “enchufando” en otro escenario,
no a la diestra, no, se integraba a ese inconmensurable cosmos.
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