a nueve lunas, brotaron capullos
saliendo mis princesas a
sus encuentros
dichosas, con lluvia en
sus mejillas
y sorpresa en los ojos.
Se miraron en el espejo
con el reflejo del sol y
la luna
en sus caderas.
Sí, se miraron y alzaron
sus triunfos
como ofrenda a los astros,
y sus pechos fueron maná
y sus labios canciones de
cuna.
Sintiéndose tierra, recibieron
semillas
parieron sus frutos
sus brazos hamacaron su
historia,
los llamaron Julieta,
Lorenzo e Ignacio
y llenaron de brillo mi vida.
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