Estoy tras la búsqueda de
acertijos
ocultos en tu piel,
durazno maduro y jugoso
sembrados sobre el
vasto territorio de tus enigmas
y de tus negros ojos
donde yacen el
misterio, tus instintos y placeres.
Sé bien que bajo esa
sensibilidad habitante
se cosechan sembrados
de recuerdos arcaicos,
que afloran cuando el
sol se va ocultando
aún incandescente,
sobre tu montaña,
que respira vientos y
tormentas.
Como sé también que en
la calidez de tus brazos
se desbordan los
gemidos, ante la puerta secreta de tu arcano.
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