Te marchas, con tu sombra y tus delirios
Y te observo desde la ventana,
hasta que doblas la esquina
regresando a tu oscura verdad,
vas tras el aliento de la joven princesa
que desvistes con la mirada,
y tiemblas y tiemblo de ira y de impotencia
ruta equivocada, perdido en la nada,
de un deseo que juega a las escondidas
sin encontrarse, sin palparse,
entre el paradero del tranvía
y la parada de tu pena,
que asedia tu vida
y dices ¿qué me amas? Te conozco,
eres un ave de rapiña en pleno vuelo
remontando la inmensidad,
esperando que aparezca una de tus presas
para deslizarte sobre el viento,
y alcanzarla con tus garras carroñeras.
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