Estuvimos de paseo, si de paseo por lugares que muchas veces recorrieron nuestros
antepasados y que desde hace varios años recorremos, como una fijación en nuestra alma
cargada de recuerdos y nostalgia, esos caminos polvorientos, esa calle larga con negocios a
lado y lado, la música de Darío Gómez de pueblo campesino, amante de la tierra,
buscadores de entierros en noches de luna, cuando según la historia estos ardían señalando
el sitio exacto en el que estaba el entierro.
Después de darle un vistazo a "RANCHO TUNA", casa de campo de nuestra propiedad y donde acostumbramos pasar semanas enteras, cuando el alma pide descanso, salimos a buscar el almuerzo, un delicioso sancocho cocinado en hornilla de leña, que le da un sabor fuera de lo común; luego recorrimos esa calle larga y estrecha, que nos llevaría a Pavitas, corregimiento de la Cumbre, la idea fue reencontrarnos con la memoria de ese abuelo, el padre de nuestro padre, ambos ya fallecidos, y acercarnos a la casa llamada el "EL PITE", nombre que aún se conserva y nos encontramos con la casa pequeña y enseguida una casa grande, levantada en madera a la usanza de esa bella época, los actuales propietarios desde hace más de 30 años, nos permitieron entrar, las paredes aún conservan la madera, pero relata la propietaria que le colocaron cemento y que Ella misma le dio forma para que se vea muy antigua, recorrer su pasillo, sus barandas, admirar sus puertas, los candados de la época de la conquista, encontramos hasta una puerta pintada en rojo y verde, nos dice la dueña que nunca la ha querido cambiar, pues es un legado de la casa, tienen cultivos de hortalizas, y dentro de su hogar se respira armonía y felicidad, aman el terruño, esto se ve y se siente en la manera que cultivan su casa y las atenciones que nos prodigaron, no nos conocíamos, pero algo nos unió, sí, tal vez el recuerdo.
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