Cuando el viento sopla
la existencia sonríe y la hierba corre
los árboles sacuden sus largas cabelleras
y se escucha del amor sus rumores.
Cuando el viento sopla
sus carcajadas de felicidad se oyen,
y entran por las ventanas
y las puertas que ríen.
El cabello se despeina y cae sobre el rostro
las mejillas reciben su caricia,
y sobre la boca, aquellos besos
perdidos, en la inmensidad del olvido.
Es como acuarela, que cobra vida
¡qué digo!, es la vida
que canta agradecida,
mientras el río moja sus orillas.
El alma de los árboles despierta,
mientras se goza sus caricias
y los pájaros, esperan
en sus nidos
las noticias frescas que traerá la brisa.
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