“Cuando
los años llegan, con sus achaques y tristezas, la gente quiere partir, parece
que no es cuando se quiere, sino cuando se tiene que ir”
llegan implacables
con cansancio y fatiga,
el sonido del reloj, se aproxima
a la hora de partida.
Viene a mi presente
mis momentos, mis descuidos,
una taza de café
y algunos pocos amigos.
Ya la maleta esta lista
solo falta el abrigo,
no sé, si a donde vaya
haga siempre mucho frío.
Una carroza ya viene
un cochero con su máscara,
su mirada hueca y parca
su sonrisa desdentada.
No tengo miedo,
ya tengo todo preparado,
pero… el auriga se quedó,
sobre el espacio y la nada.
No sé lo que sucedió
me dice que tal vez mañana,
que aún mi turno no llega
de haberlo sabido antes,
no estaría tan arreglada.
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