Se encontraba cierto día la Alondra con
su impecable vestido de fiesta y un gran adorno en su cabeza, esperando a sus
invitados para el gran desfile de plumas, en donde se escogería el plumaje más
hermoso; Es así que fueron llegando uno a uno
todos los queridos emplumados, vistiendo hermosos tocados, algunos
sacaban pecho, otros entraban silbando, otros como el pájaro carpintero tocando
el bajo, movía su penacho blanco y
mientras tanto todos esperaban la llegada de aquel pájaro extraño, del
cual se decía que era el más hermoso del universo.
De pronto alguien entra piando y con los
ojos asombrados, grita emocionado, señores llegó el QUETZAL, llegó el QUETZAL,
vestía un penacho verde claro y un sobre todo color verde oscuro, su camisa
impecable y roja y una hermosa cola llena de mil colores, azul, dorado y verde
la cual movía de lado a lado, se paró al pie de la entrada altivo y acompasado
e hizo una reverencia, besando a la anfitriona.
Todos los invitados hicieron un gran
silencio, y luego maravillados, aplaudieron a aquel hermoso invitado, mientras
tanto el PAVO REAL, desde la puerta de entrada miraba lo que estaba sucediendo
pensando para sus adentros, “si vieran mi hermoso plumaje y me gallardía y
abolengo, de seguro que este QUETZAL querría por un instante que yo le prestara
mis plumas que abiertas abanican al cielo, cubiertas con mil colores, los
colores del universo”.
Y fue así, que altivo llegó a la puerta
de entrada, muy erguido miro para todos los lados, inclinó un poco su cabeza, y
luego pausadamente y despertando la admiración de todos los invitados, desplegó
con gallardía su larga cola, abriéndola tanto como podía, su color azul
reluciente y su abanico de colores despertaron el asombro de todos los
presentes, sus grandes ocelos se mostraron en toda su grandiosidad y todos los
asistentes aplaudieron a rabiar, teniéndose que rendir ante tanta belleza y
majestuosidad, y fue así como el PAVO REAL fue proclamado como el feliz ganador
del trofeo al Plumaje más hermoso.
