domingo, 9 de diciembre de 2012

RECONOCIMIENTO DE VIDA.


Primera mención en el certamen pueblos originarios de América (Modalidad Prosa)




Te imagino bajo el brillo nacarado de los rayos del sol, recorriendo la estepa, tu pelo negro brillante cayendo sobre tu rostro aceituno, tus ojos como laberinto de cueva impenetrable, tu boca cascada de música y el grito de tu alma en tus pies de gacela, queriendo ganarle tiempo a la vida.

Cuando corres veloz y cuando danzas, tu túnica se agita, al igual que tus plumas multicolores, tocado de almendras, paisaje de ensoñación, canto de alondra enmarcado en el pentagrama de tu ocaso.

Te veo sobre la montaña avizorando el valle o sobre rocas escarpadas  subiendo la cima, siento tu corazón agitado, soñando ver a tu guerrero preparado para la danza, la caza o la defensa de sus tierras, su traje lo adornan las flechas.

Mujer de porte altivo con la brisa del viento enredada en tu ropaje  y la danza del fuego convocando a tu tribu, salamandras multicolores que danzan sobre la memoria de tus tiempos, trayendo recuerdos de paisajes abiertos, coloreados de arreboles, pájaros, flores y frutos, mazorca de maíz, alimento de vida.

Te veo tras la niebla de la historia cocinando el penmican, cerezas con carne seca y salada, o curando a tus enfermos con raíces salvajes o como cuando llegaba el invierno tus manos prodigiosas, ya tenían en sus tiendas la suficiente reserva de comida.

Hoy te busco tras la manta del pasado, llegando a tu corazón para que perdones a quienes desde siempre te han ultrajado.

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