miércoles, 29 de junio de 2016

Y LLEGARON Y SE INSTALARON PARA LA CENA


                                                                                                    Imagen de la WEB


“Hoy el mundo lo conocemos a través del éxodo, el hambre, las guerras, los desplazamientos, esta es la geografía que nunca olvidaremos”.


Antiguamente a través de la geografía se conocía el mundo, las fronteras eran sitios divisorios, impuestos por el hombre en guerras, invasiones, en luchas de poder y para pasar de un país a otro se exigía la VISA, ese documento todopoderoso que indicaba que se podía visitar un país cualquiera o se tenía el permiso para establecerse en el mismo, pero la diferencia de hoy en día con esa época no muy lejana, es que los que querían salir de su país actuaban por su propia voluntad, buscando sueños de vida y aunque si bien siempre han existido éxodos, el mundo se abría porque las condiciones eran distintas.

Los mares, esas grandes extensiones de agua que brillan ante los ojos, con esos colores indefinibles y ese ruido característico, con sus olas tranquilas o gigantescas,  se asomaban  para luego descender sobre la arena, mojando los cuerpos cansados ya de los estragos del exceso de sol.

De las selvas se escuchaba el ruido transmitido a través de novelas en la radio, la Vorágine aparecía habida de caucho y sangre y el vuelo X 072 reunía a toda una familia capítulo por capítulo, para escuchar el desenvolvimiento de una historia que hacía sufrir, llorar o reír, porque cuando un avión se perdía o se caía, era por fallas técnicas o humanas, pero jamás se iban a tierra porque los misiles los destruían  en el aire y menos aviones comerciales cargados de pasajeros, todos ellos civiles, sin que exista norma del Derecho Internacional humanitario o Derecho de gentes, que hagan respetar sus vidas; sí, la vida era cruel, pero no  en la escala que existe hoy día.

Los paisajes eran inmensos latifundios, pintados de diferentes colores, era el alimento que germinaba en tierras abonadas de felicidad y las semillas fuente de vida; las siembras se dirigían de acuerdo a los ciclos de la luna, quien decidía sobre la época propicia para sembrar o para recoger la cosecha, las semillas toda una cadena de alimentos y pertenecían a los cultivadores y a todos los que querían cultivar sus propios alimentos.

Hoy en día el mundo en plena época de globalización cierra las fronteras a todos aquellos seres que huyen de la guerra, que tienen que auto-exiliarse en cualquier país porque que se están muriendo de hambre, por culpa del poder económico, político y religioso imperante, los misiles aterrizan en sus cuerpo, la sangre rueda por la tierra y sus carnes flácidas o el hambre invade las fronteras de sus cuerpos siendo solo pieles adheridas a los huesos, ojos como cuencas ambulantes y sus pies , si sus pies son del grueso de un alambre.

Ya los mares no levantan  y arrojan olas, solo empujan cuerpos… cuerpos… y cuerpos que se ahogan porque huyendo del horror sobre barcas endebles, encuentran su tumba en el mar, no es la historia del TITANIC, es la historia de miles de barcas endebles, con exceso de seres humanos, cargados de dolor, de miseria, de hambre, con el miedo reflejado en sus rostros y el llanto que cuelga de sus ojos y corre como ríos sobre sus mejillas resecas.

Los cultivos, peligrosos  alimentos transgénicos que han sido modificados genéticamente, y sus semillas ya no les pertenecen a los agricultores, hoy sus dueños son Monsanto y todos los grandes dueños modificadores.
Y el alma del mundo se congela y miles de seres humanos solo miran y observan la masacre universal y nadie se levanta, nadie dice nada, son solo mantas raídas que arrastran su miseria sobre pies inertes y cansados, ¿que esto no nos toca? ¡Claro que sí! Ya está en nuestras puertas, ya no es la parca la que llegará desdentada, con su mueca estentórea, ojala solo fuera ella, pero no, es el hambre, la miseria, las enfermedades, es el nuevo orden mundial manejado por unos cuantos poderosos de la tierra, que necesitan del oxígeno y de la miseria de todos Nosotros, y todo esto ¿para qué? ¡Eh ahí la gran pregunta!.


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